Entrevista realizada en mayo 2020

El médico de la urgencia de Clínica Sanatorio Alemán, le contó a Revista Rúa cómo ha vivido en lo personal la pandemia que azota al mundo, cómo ha demostrado su vocación y analizó también la evolución de una enfermedad que nos tiene a todos preocupados.

Javier Gamboa nos contesta el teléfono al terminar su turno en urgencias de la Clínica Sanatorio Alemán. Sin duda han sido semanas duras para él y todo el equipo del tradicional centro de salud privada penquista. El Covid también invadió las salas y lo golpeó más cerca de lo que jamás llegó a imaginar. La actual pandemia ha sido sin duda una de las situaciones más complejas que ha debido enfrentar en sus 20 años de carrera como médico tras su egreso de la prestigiosa Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. A pesar de esto se da el tiempo para conversar con Revista Rúa y abre su corazón para contarnos cómo lo han afectado en lo personal y en lo profesional los cambios en el mundo tras la irrupción del Corona Virus.

Revista Rúa (RR): ¿Dentro de los pacientes con Covid que ha atendido en estas semanas hay alguno que lo haya impactado?

Javier Gamboa (JG): El caso de la doctora Violeta Hinojosa y el doctor Ricardo Funke nos golpeó mucho a todos acá. Son un matrimonio muy querido por la comunidad médica de la zona, profesores de muchos de nosotros y que los dos tuvieran la enfermedad, ella un poco más crítica que él, y te digo honestamente, cuando ellos enfermaron nos golpeó a muchos, a muchos de verdad, fue como un golpe de realidad ‘esta cuestión es verdad y se está dando aquí’, eso nos hizo sentir este caso. Hubo un antes y un después de eso, en el fondo uno atiende a muchos pacientes, pero la trazabilidad es lejana, fue distinto con ellos porque esa trazabilidad nos acercaba a nosotros. Nos hizo sentir que si la embarramos, que si nosotros caemos, el sistema completo puede caer.

R.R: ¿Cómo lo ha afectado en lo personal; al Javier marido, al Javier Papá, al Javier hijo; esta situación?

JG: Tomamos la decisión de no aislarlos completamente como familia, porque mi mujer también trabaja en el área de la salud, es enfermera y también está expuesta porque trabaja en urgencias así como yo, entonces en un primer momento optamos por alejarnos de las personas que estaban en mayor riesgo como mi suegra, mis padres y con nuestros hijos, tener nosotros un protocolo de ingreso a nuestra casa que minimizara al máximo el riesgo de trasladar un bichito hasta la casa. Esto ha significado cosas medio complejas en el sentido de que por ejemplo ya no podemos tener esa dinámica de juegos que teníamos habitualmente, ya no pueden correr a abrazarnos cuando llegamos, ahora es una mecánica diferente, que por suerte ellos también han aprendido. Al principio costó harto, sobre todo con nuestro pequeño de 8 años, incluso pensó que ya no lo queríamos como antes, porque ya no le podíamos dar besos ni tomarlo en brazos, por lo menos hasta que nos sanitizamos, entramos por una puerta alternativa, nos cambiamos ropa afuera, tenemos ropa para la ducha, nos duchamos, después la ropa a la lavadora, no entra nada a la casa, ni bolsos, ni mochila, nada, y recién después de todo ese proceso largo y complejo recién podíamos entrar en una dinámica de juego, pero con restricciones. Lo bueno de esto es que no nos hemos contagiado ni hemos vivido ninguna situación de riesgo porque nos cuidamos.

RR: ¿De todas formas existe temor?

JG: Claro que sí. Yo soy asmático y mi hijo también lo es. Ese fue el primer temor, recuerdo que mi mamá me llamó muy preocupada, pero es así como uno finalmente se da cuenta de lo que es, ahí sale la vocación de servicio que me mueve. A muchos de mis colegas, sobre todo los más jóvenes, les he dicho esto, los siete años de universidad o los 10 años de otros, son para este momento, para esta situación, no son para un momento cómodo, como hacer consultas, ver un par de pacientes de urgencia u operar a alguna persona con un buen resultado tanto económico como práctico y después disfrutar. No, los siete o 10 años son para estos momentos, que son difíciles. Hay médicos que a pesar de todas las medidas de seguridad se han aislado, no están haciendo consulta, ni turnos, que están trabajando menos, por distintas vías para evitar el contacto con personas, lo que es muy válido, sin duda, pero nosotros tenemos un juramento, y debemos entregar nuestro trabajo a las personas. El temor más grande entonces, es no poder hacer frente a las necesidades de los pacientes y no enfermarse, porque eso es parte de los costos que tiene esta hermosa profesión, es como si el pastelero no quisiera ensuciarse las manos. Aquí en estos momentos uno puede ver realmente de qué está hecho vocacionalmente hablando. No hay otra forma. Hay que estar seguro de las medidas de protección que tiene y seguirlas al pie de la letra, porque hoy nuestra labor es estar donde la gente nos necesita.

RR: ¿Han sido días intensos?

JG: Claro, en dos dimensiones. En primer lugar la demanda asistencial se ha hecho no sé si más masiva pero sí más compleja y eso hace que uno espere que vayan llegando pacientes más graves y complicados a las urgencias, quizás no tantos pacientes, pero los que llegan cada vez necesitan una ayuda más intensa y apoyo vital. Y lo otro que ha sido muy intenso es el tema del personal. El personal se cansa, se agota, tiene temor en muchas ocasiones y es lógico, porque tiene familias, padres, abuelos que viven con ellos y eso les da una responsabilidad mayor y no todos tiene la posibilidad de alejarse de manera tan sencilla. Es como una ola gigante y sabes que te va a llegar y no sabes nadar.

RR: ¿Y cómo se sube la moral, el ánimo del personal a su cargo en estas circunstancias?

JG: Lo que intento hacer cuando me toca es hacerles saber lo bien que lo han hecho durante años y lo bien que lo están haciendo ahora y por otra parte darles confianza en el sentido de que si siguen los protocolos de seguridad e higiene como lo indica la norma no se convertirán en un paciente más. Otra estrategia que he utilizado es invitarlos a desconectarse un poco, a desintoxicarse de lo que está ocurriendo, no ver todas las noticias, no estar pendiente tanto de los mensajes que llegan por redes sociales, etc. Porque eso no ayuda en nada.

RR: En redes sociales usted claramente se muestra como una persona creyente ¿qué rol juega la fe en este momento para usted como médico?

JG: Hay una frase por ahí que dice que la fe es la certeza de lo que no se ve. Entonces yo tengo fe, en la medida en que yo haga lo correcto, la otra parte se la entrego a Dios, yo sé que él tiene un rol en mi quehacer diario y lo ha tenido siempre. Pienso que el error que cometemos es atribuirle a Dios el milagro, algo así como que por ser creyente me tiene que salvar si o si, pero no, yo creo o por lo menos mi manera de verlo, es que él me va ayudar siempre y cuando yo haga bien mi parte. Si me pongo a caminar por la cuerda floja sin tener idea como hacerlo y sin las medidas de seguridad correspondientes no le puedo pedir a Dios que me salve… Hay que tomar todos los resguardos posibles y la parte incalculable se la confío a Dios.

RR: ¿Recuerda alguna situación tan tensa como ésta dentro de su carrera como médico?

JG: De esta magnitud es difícil pensarlo porque es algo a nivel mundial, pero me acuerdo especialmente de un caso que me llevó al límite. Era una mujer embarazada que había perdido a su hija mayor en un accidente de tránsito donde cayeron a un río en la Piedra del Águila donde quedaron atrapadas, su otro hijo tiene un síndrome muy raro que hacía que sus expectativas de vida no superen los 30 años. Entonces este embarazo era para ella tener un hijo que los acompañara y la cosa se complicó. Estaba con síntomas de pérdida y no podíamos como equipo permitirnos eso, incluso hubiese significado que renunciáramos. Entonces hicimos algo muy excepcional, la operamos con anestesia por teléfono, estábamos en Arauco, no había anestesista y un colega se comunicó que el especialista que nos fue dando las instrucciones e hicimos la cesárea, luego corrimos al hospital con ella y hoy su hijo debe tener 12 o 15 años. No nos paralizamos, sacamos la tarea y la vida adelante. Cuando recuerdo eso es un poco vivir lo que me ha tocado vivir en los últimos días con mis colegas.

CONTINGENCIA

RR: Volviendo a la actualidad y ahora en su rol de médico, cree que ya alcanzamos el peak de contagios en nuestro país?


JG: Yo creo que falta un poquito. Tenemos estadísticas desfasadas y pienso que cuando tengamos una cantidad de contagiados que supere los 100 mil vamos a tener una cantidad de riesgo mucho mayor y un volumen creciente de pacientes llegando a las urgencias. Y la solución no está en tener más ventiladores mecánicos, sino en la casa, siendo más solidarios y hacer efectivas las normas de distanciamiento social, es la única forma de vencer la pandemia. Esos elementos no se han dado, por lo tanto falta para el peak. Si uno analiza los datos como se han comportado hoy, podríamos estar hablando de una tasa mayor de contagios entre agosto y septiembre. Hay algo que no se ha dicho mucho, que es que además existen otros virus, que aparecen con el frío, pero que misteriosamente no están atacando como en años anteriores, en la urgencia hemos tenido muy pocos casos de influenza, sincicial prácticamente no hay, entonces pareciera que estos virus sí se han transformado en buenas personas (dice entre risas). Se supone que hay una cadena de competencia donde unos virus sobrepasan a los otros, pero yo pienso que no se han dado las condiciones para que aparezcan. Si pensamos en la oleada viral que en Concepción se da generalmente entre octubre y noviembre, podríamos tener una segunda oleada en forma importante con otros virus también.

RR: ¿Qué cree que sucedera con el Gran Concepción y también el resto de la región del Bio Bío?

JG: Nuestra zona tiene una densidad poblacional que si bien, es más alta que la de otras regiones, no está ni cerca de la de Santiago. Nuestra región se va a contagiar por brotes finalmente, en Santiago donde se concentran los casos actualmente lo que está pasando es que, por ejemplo, la gente que viaja en metro se pasea por varias comunas distintas y en cada una suben 400 o 500 personas y así se expande en todas las comunas.

En Concepción no se da eso, los brotes como los que ha habido en una iglesia evangélica en San Pedro, en el consultorio de Hualpén o lo que nos pasó a nosotros aquí en el Sanatorio, son los que pueden generar más contagios. Uno por eso le pide tanto a la gente que sea disciplinada, que no haga reuniones sociales, que no se expongan al azar de jugarle una mano a la pandemia, porque lo más seguro es que la pierdan.

RR: Finalmente ¿siente o cree que el mundo va a cambiar una vez que la pandemia logre ser controlada?

JG: Yo creo que esto nos va a cambiar a todos como personas en el sentido de que vamos a tener que tener una actitud preventiva permanente, vamos a tener que tener respeto por el espacio del otro, siento que parte de la población va a quedar con un temor medio adormecido, latente, cuando esto se normalice algo, pensando en que siempre puede venir una situación más compleja. En cuanto al campo médico, vamos a tener que ser incluso más estrictos en nuestras medidas de prevención clínicas. En lo familiar he pensado en acercarnos, mis papás están en Valdivia y quiero que todos estemos más juntos, cuando vuelvan a existir los espacios de seguridad.

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