POR P. MAURICO AGUAYO QUEZADA
SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA

Mucho se ha escrito y comentado en redes sociales, incluyendo los infaltables videos de youtube, acerca de fenómenos aterradores que están sucediendo entre nosotros porque hemos llegado al final de los tiempos. Desconozco la totalidad de los argumentos utilizados para fundamentar estas explicaciones, aunque sí he escuchado algunos relacionados con mafias, complots, profecías de Nostradamus, extraterrestres, maldiciones del antiguo Egipto, entre las que recuerdo.

Pero hay un argumento recurrente si se trata de algo que alude al ‘fin de los tiempos’: el Libro del Apocalipsis. En él podemos encontrar textos como el del capítulo 6 acerca de los 4 jinetes que van desatando calamidades para la humanidad (guerra, pestes, muerte, persecución y convulsiones cósmicas). Así visto el asunto, todo es claro y solo queda prepararse para tales catástrofes, si es que creemos en el contenido del libro. ¿Es tan así? ¿Podemos sacar esas conclusiones tan rápidamente?

A diferencia de muchos argumentos que aluden a códigos secretos y libros ocultos, el Libro del Apocalipsis es un texto que está en cualquier biblioteca física o virtual, ya que forma parte de los libros de la Biblia, así que podemos acceder a esta información con total libertad.

Sin embargo, que su acceso sea libre no significa que su interpretación sea libre. Me explico; si bien cualquiera puede leer el contenido de estas revelaciones (eso significa literalmente la palabra ‘apocalipsis’), eso no quiere decir que cada quien pueda sacar de él conclusiones diferentes a las que su autor quiso dejar por escrito.

Aquí parece encontrarse el error fundamental y más común de quienes se basan en textos de la Sagrada Escritura, especialmente del temido Apocalipsis, para anunciar plagas y fenómenos desconcertantes de nuestro tiempo o de un futuro próximo. Para entender de la manera más correcta esta información hay que preguntarse qué quiso decir el autor, porque el libre acceso al Apocalipsis no significa que pueda entrar en él sin la ayuda de la Iglesia. ¿Y por qué de la Iglesia? Porque el autor, que se identifica a sí mismo como Juan, es un miembro de la Iglesia que ha sido encarcelado por los Romanos y que escribió este libro para fortalecer la fe de los miembros de su comunidad cristiana que estaban libres, pero sometidos a una cruenta persecución del imperio y en situaciones de catástrofe humanitaria a causa de las guerras y consecuencias de dicha persecución.

Al igual que cuando uno escribe un correo codificado para sortear la vigilancia de intrusos y no ser detectado, así Juan escribió a su comunidad por medio de un lenguaje ininteligible para sus captores, pero claro para sus destinatarios. Como vemos, este texto nació en la Iglesia para ayudarla en la persecución, por eso la Iglesia conserva su interpretación genuina.

Una vez clarificado estos puntos, podemos explicar en breves líneas una parte del significado de estas imágenes y visiones. Quien abre los sellos es Jesucristo bajo la imagen del Cordero, porque a partir de su presencia en el mundo se han inaugurado los tiempos finales, los definitivos; en estos tiempos finales aparece el mismo Cristo cabalgando triunfante como “vencedor que sigue venciendo” (6,2) por medio de la fuerza incontrarrestable de su muerte y resurrección. Sin embargo, esta presencia de Cristo triunfante todavía es combatida en el mundo y sus discípulos deberán seguir enfrentando – de momento – la furia del mal que sabe que no podrá prevalecer; eso explica por qué aparecen luego los otros 3 jinetes de este capítulo con males sobre la humanidad. Sin embargo, el capítulo cierra con la sentencia que Dios protegerá a sus servidores y pedirá cuentas de todos los que hacen el mal.

En conclusión, ¿es el Covid-19 una de las plagas anunciadas en el Apocalipsis? Desde la Biblia podemos decir sí y no. Por un lado podemos decir ‘sí’, porque es parte de las dificultades que debemos enfrentar en este tiempo final (así como lo han sido a través de 20 siglos otras pestes y cataclismos). Pero por otro lado podemos decir ‘no’, porque el autor no se refiere a ninguna plaga, ni guerra, ni calamidad específica; nada de eso es relevante para él, lo que verdaderamente le importa es que sepamos que Jesucristo ha vencido y seguirá venciendo todos los males. Incluso la misma muerte no será la última palabra, sino la de él que dice: “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11, 25).

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