Permanecer conectadas en el mundo digital es hoy una necesidad, sin embargo, en este mundo que ofrece un sinfín de herramientas que facilitan nuestro diario vivir, no todo es perfecto y los peligros y ataques a la mujer, sólo por el hecho de serlo, abundan.
La realidad es evidente y el nivel de violencia digital al que están expuestos y sufren tanto las mujeres, como las disidencias y minorías LGBTIQ+, ha ido en aumento en los últimos años. Así lo revelaron los datos recogidos entre abril y junio del año pasado por el Proyecto Aurora, un programa de la ONG penquista Amaranta, a cargo de las periodistas Cecilia Ananías Soto y Karen Vergara Sánchez.
Este trabajo, que evidencia la realidad de 531 mujeres, saca a la luz datos y cifras sumamente preocupantes, las que evidencian el constante ataque cibernético del que son víctimas las minorías y el que atenta directamente contra el normal desarrollo y bienestar de nuestras niñas y adolescentes. En este sentido, el informe reveló que un 73,8% de las mujeres ha sido víctima de alguna forma de la violencia digital y de esta cifra un 46, 3% la sufrió por parte de una pareja.
El lado oscuro de la digitalización
Al estar tan inmersas en la era digital, este tipo de violencia puede pasar desapercibido o incluso ser ignorado o normalizado, por lo que es clave entenderlo y comprender en qué consiste.
“Esta es el continuo de la violencia de género en espacios digitales. No es aislada, sino que es resultado de una sociedad desigual y esto se trasvasija a Internet, donde puede amplificarse debido a la instantaneidad, anonimato y distancia física”, así lo sostuvo la directora regional de la ONG Amaranta y gestora del Proyecto del Proyecto Aurora, Cecilia Ananías, quien afirmó también que a este tipo de violencia están mucho más expuestas las mujeres y las personas de la comunidad LGBTIQ+, ya que reciben ataques diferentes de los que hombre podría ser víctima, ya que comúnmente se les agrede por su apariencia física, inteligencia, relaciones y sexualidad.

Esto muchas veces no son insultos aislados, sino que ocurren todos al mismo tiempo.
¿Cómo saber si soy víctima de este tipo de violencia?
En la sociedad virtual las expresiones de violencia digital son diversas y algunas formas en las que puede ser expresada son mediante el envío de imágenes sexuales sin el consentimiento previo, ataques verbales, hackeo de nuestras cuentas de redes sociales, difusión de imágenes íntimas sin previo conocimiento o acuerdo, entre otras. En resumen, se reconocen como cualquier cosa que alguien te haga en internet y que vaya en contra de tu consentimiento, señaló Cecilia.
Sin embargo, este tipo de violencia no solo es posible reconocerlo por la materialización del contenido digital, sino que también a través de las sensaciones físicas que experimenta nuestro cuerpo al ser blancos de ataque, como, por ejemplo: “si cada vez que suena el celular, me duele la cabeza o me da un vuelco el corazón o quiero correr al baño, es porque hay algo ahí dañándome” agregó la periodista.
Esto es confirmado por Karen Vergara, periodista a cargo, junto a su compañera Cecilia, del Proyecto Aurora y magíster de Estudios de Género y Cultura, quien añadió además para Diario Concepción que, “tanto en los informes y estudios que hemos hecho en Aurora y Amaranta, muestran que la violencia digital tiene consecuencias emocionales y físicas. Esto no es algo que sólo pasa en el espacio virtual: traspasa y se instala en nuestra vida cotidiana”.

Estos datos y cifras se refuerzan con los resultados expuestos por ONU mujeres en conjunto a las consultorías de la ONG Amaranta y Fundación Datos Protegidos tras la aplicación de su encuesta titulada “Violencia digital: Experiencias virtuales de niñas y adolescentes en Chile”. Este informe se elaboró en base a las respuestas de niñas, niños y adolescentes entre 12 y 18 años provenientes de las ciudades de Santiago, Concepción y Antofagasta.
Esta investigación, al igual que la expuesta por el Proyecto Aurora, arrojó cifras preocupantes y demostró la prevalencia de violencia que existe hacia el género femenino en nuestro país, pues del total, las cifras atentaban en mayor intensidad contra las niñas y adolescentes a diferencia de la realidad de los niños.
“Por esta y múltiples razones más, es clave combatirla y actuar frente a estas acciones una vez reconocido el ataque. Cuidarnos y protegernos entre todas”, apuntan desde la agrupación.
Siguiendo lo anterior, la directora regional de Amaranta entregó una serie de recomendaciones para enfrentar esta problemática y así proteger nuestra integridad en el mundo digital: “Yo siempre recomiendo dedicar aunque sea una hora a la semana a conocer las opciones de seguridad y privacidad de nuestras aplicaciones y dispositivos, para así tener contraseñas fuertes y diferentes, activar opciones como la doble verificación o analizar qué tan expuestas (qué tan públicas) queremos que estén nuestras cuentas”.
Además, agregó que muy buena idea dedicar parte de nuestro tiempo diario para conocer la huella digital que vamos dejando en Internet como usuarios y asimismo reflexionar en torno a la cantidad de datos que queremos que estén expuestos y con quienes queremos compartirlos.
La crudeza de estas acciones que se gestan detrás de una pantalla y muchas veces, en anonimato, tiene efectos muy perjudiciales para la vida personas de cada una de las víctimas. En esta línea, son múltiples las reacciones que se pueden presentar, sin embargo, el principal efecto, según la periodista es la sensación de sentirse constantemente acechadas o perseguidas. En este sentido aseguró: “al desconocer (en muchos casos) la identidad de su agresor o agresores/as, no saben qué tan cerca están o cuánta información manejan realmente de ellas. “¿Sabe mi dirección porque la sacó del rutificador o porque realmente me está siguiendo?”, son algunas de las preguntas que las atraviesan”.
Vacíos legales y poco compromiso
Frente a esta situación y su respectivo aumento, es prácticamente nulo el papel que ha asumido el Estado, pues las entidades que deben encargarse de los efectos que se han generado en torno a esta problemática, “ven el problema de una forma muy genérica, a pesar de que afecta principalmente a las niñas y las jóvenes” aseguró Cecilia. Lamentablemente la mayor protección corre por nuestra cuenta al no contar con leyes ni programas transversales que informen y eduquen sobre la seguridad digital integral.

En este sentido, son diversos los desafíos que enfrenta la sociedad actual en pro de detener el ciberacoso hacia el género femenino y las disidencias y sobre todo al intentar concientizar a una comunidad que ha crecido bajo los términos de una educación sexista, machista y misógina. Sin embargo, esta no es una tarea imposible de lograr y organizaciones como Amaranta colaboran en que este mundo virtual tan demandado se convierta poco a poco en un lugar más seguro, inclusivo y libre de violencia.