En plena pandemia y con cuarentenas de por medio, el poder tener un momento de escape fue fundamental para muchos. Teletrabajo, cuidado de niños y labores del hogar se combinaron para hacer de los días unos muy agotadores y estresantes.

En ese complejo escenario Claudia Becar, descubrió que esos minutos de tranquilidad necesarios y merecidos en torno a disfrutar una copa de vino, podían ser también una oportunidad de negocio.

Se percató que ella evidentemente no era la única que requería esa ventana de respiro mental y quiso compartir su experiencia. Junto a su cuñado, el ingeniero comercial Sebastián Campos, decidieron emprender, así nació Vino y Voy.

“Durante la pandemia me fui con mis hijos a la casa de mis papás, ya que su casa es más amplia y así los niños tenían más espacio para jugar. Somos una familia muy unida y generalmente compartimos mucho en torno a la buena mesa y los buenos vinos. Y eso mismo me motivó a enganchar a Sebastián con la idea de iniciar un negocio que los vendiera y entregara a domicilio, con la idea de ofrecer una experiencia completa”, cuenta entre risas Claudia.

Por otra parte, el contexto de Sebastián era favorable para iniciar con Vino y Voy, ya que en esa fecha él pertenecía a la fundación Greenway, Eco Libros, con la que donaban bibliotecas a distintas instituciones culturales, pero con la pandemia todo se frenó, por lo tanto, tiempo tenía para planificar la empresa.

Poco a poco, se fueron enamorando más de la idea, por lo que decidieron invertir para aprender aspectos técnicos del vino. Realizaron cursos, participaron de diversas catas, conocieron viñas y fueron aprendiendo cada vez más.

“Nadie te educa ni enseña sobre el vino. Uno toma y si te gusta sigues en esa línea, o bien la cambias”, dice Becar y su cuñado agrega que “también lo hicimos convencidos de que había que cambiar la forma de explicar y vender el vino, como también permitir acceso de las viñas boutique o de autor al público final. En definitiva, la reflexión que nos hizo crear Vino y Voy en 2020 fue que nos enamoraba el vino y que si queríamos compartir esta pasión con muchos más winelovers debíamos hacerlo todo mucho más fácil, más orientado al disfrute y al aprendizaje. Y así definimos la misión, crear amor por el vino, que ha guiado nuestros pasos hasta hoy”.

Las primeras copas

Y el desafío que se plantearon fue todo un éxito. Pasaron alrededor de 2 meses vendiendo online y repartiendo vinos de retail a domicilio. Luego crecieron y empezaron a distribuir a restaurantes. Trajeron marcas que no tenían representación ni distribución en Concepción y eso fue un gran logro, ya que el ampliar la oferta de vinos era parte de sus objetivos, pero aun faltaba algo….

“Nuestro foco no era ser sólo un e-commerce, la meta era hacer el primer club de vinos del sur de Chile, teníamos que pensar en grande. La pandemia nos ayudó mucho porque la gente no podía ni quería salir de su casa, así que compraban por la web. A medida que se fueron flexibilizando las medidas sanitarias tomamos algunas distribuciones de productos más exclusivos que no estaban consolidados en el retail. Aunque el tema principal era el vino sumamos destilados y alimentos gourmet. Después ingresamos en algunos restaurantes de Concepción, para levantar más la marca, con diversas acciones como activaciones y posicionamiento de Vino y Voy”, comenta el ingeniero.

“Esta idea surge para descentralizar los servicios que actualmente existen en el mercado, y ampliar la gama de vinos boutique, no tradicionales. “En muchas suscripciones los vinos se van repitiendo durante el año. Nuestra idea es que esto no ocurra, sorprender siempre al cliente es nuestro objetivo”, señalaron los socios. En definitiva estaban formando un club de vinos donde lo más importante fueran dos cosas: productos poco comunes y experiencias.

Copas para todos

Luego de dos años de éxito, aunque con dificultades de por medio como cualquier emprendedor, surgió la oportunidad de hacer crecer su negocio con una tienda física y no dudaron.

“En noviembre del año pasado aparece la opción de arrendar un local en Andalué que precisamente vendía vinos y otros productos gourmet. Lo bueno es que estaba completamente amoblado, ideal para empezar al otro día a trabajar. Así el 28 de enero de 2022 inauguramos”, cuentan los socios.

El Club de Vinos estaba tomando forma. Tener un espacio físico para que la gente los reconociera fue todo un acierto. Ademas fueron sumando nuevas experiencias como catas semanales y degustación de vinos más desconocidos, con la idea de permitir salir de la zona de confort con los vinos tradicionales que compraban sus clientes.

“Todas nuestras líneas de negocio se vinculan entre sí con el tema de la experiencia. La idea es vivir una experiencia en cada paso que tú des en Vino y Voy. Si compras por la página será una experiencia porque es super sencillo. Si vienes a la tienda vivirás también una experiencia, ya que nuestra política es enseñarte y guiarte en todo momento. El servicio que ofrecemos es personalizado, y ese es nuestro valor agregado”.


“Buscamos convertir a Vino y Voy en un referente para la compra de vinos tanto online como presencial. Para tus regalos de cumpleaños, corporativos, entre otros”, aseguran los socios.

Sigan llenando las copas

Hoy por hoy Vino y Voy es todo un club de vinos, que comparte y entrega productos únicos que no encontrarás en otro lugar. Un club donde las experiencias son las protagonistas, un club donde todos son bienvenidos.

“Los suscriptores del club no sólo recibirán los vinos en la puerta de su casa, sino que también tendrán descuentos en la tienda y en las catas que organicemos. Estamos trabajando para que hayan más regalías y otras sorpresas que vamos a ir contando pronto”, revela Claudia.

En definitiva, Vino y Voy sigue llenando las copas y buscan seguir creciendo y aportando al ecosistema emprendedor.

“Queremos aportar con un granito de arena a los viñateros más pequeños que hacen vinos increíbles. Hay viñas que se ven gigantes pero sólo trabajan tres personas, con procesos artesanales súper duros. El storytelling de todo esto es que queremos dar acceso a las viñas chicas y que la gente entienda y valore por qué un vino cuesta más que uno del supermercado”, relata Sebastián.

En resumen Vino y Voy es una marca que trajo al Gran Concepción un mundo de experiencias, donde el cliente no sólo podrá comprar, sino que aprender, ampliar su amor por el vino, apoyar a otros emprendedores y beneficiarse con su Club de Vinos.Para suscripciones el mail es club@vinoyvoy.cl.

“Quiero aportar un granito de arena con los viñateros que se sacan la cresta todos los días para hacer vinos increíbles. Hay viñas que se ven gigantes pero en las que trabajan tres personas, con procesos artesanales súper duro. El storytelling de todo esto es que quiero dar acceso a las viñas chicas y que la gente vea por qué este vino que nadie lo conoce cuesta 20 lucas y no cinco como los del supermercado. Siempre he sido emprendedor, el trayecto me ha enseñado que para hacer un negocio bien hay que dar un valor agregado, darle sentido a lo que tu estás haciendo y eso es lo que buscamos con Vino y Voy, el club de Vinos de Andalué”, cierra con entusiasmo y convicción Sebastián.

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