Soñador y viajero por naturaleza y francés hasta la médula este joven emprendedor ha logrado conquistar la capital del Bío Bío gracias a sus deliciosos sabores pero especialmente con una personalidad única y un estilo arrollador que encanta. Así es el Franchute y lo conocemos más en este reportaje de Revista Rúa.

Nicolas Nesme se ha transformado en un verdadero personaje en las calles de Concepción, ya sea detrás del mesón, caminando o a bordo de su querida Citroneta, este francés que aterrizó en Chile hace poco más de tres años ha sabido dejar su huella por diversos factores. Quizás el principal sea su gastronomía.

En plena pandemia y en medio del encierro y el aburrimiento comenzó a extrañar la comida de su natal Lyon y especialmente un invento propio de la bella localidad del sureste galo, los tacos franceses. En pocas semanas sus amigos y conocidos tenían convertido su departamento en una verdadera cocina de producción constante, por eso decidió emprender y así nació El Franchute. El éxito fue explosivo.

Pero hoy, aunque parezca inevitable, tratamos de no hablar sobre sus emprendimientos gastronómicos – El Franchute Tacos Franceses y el bistró La Maison El Franchute (tranquilos, de todas formas les contaremos algunos detallitos y secretitos)- sino que, en una frenética y sin duda entretenida conversación, nos enfocamos en la persona, su historia, recuerdos y sueños. Todo comienza en Lyon.

Une petite biographie

Nicolas (sí, es sin tilde y de hecho se pronuncia sin la s) nació en Lyon, la histórica capital de la seda, en 1994. Desde pequeño fue inquieto y sociable ya que creció paseando por diversas ciudades de Francia, producto del trabajo de su padre, quien era director de tiendas en una importante cadena internacional de supermercados franceses.

Lyon es tercera ciudad más poblada de Francia por detrás de París y Marsella y ocupa una posición estratégica en la circulación norte-sur en Europa. Fue la capital de la Galia durante el Imperio romano y durante la Edad Media se convirtió en una importante ciudad comercial. Después, en el siglo XIX tomó forma de plaza financiera de primer orden. Su prosperidad económica aumentó sucesivamente por el monopolio de la seda y luego por la aparición de industrias, sobre todo textiles y de productos químicos. Históricamente es conocida como la capital mundial de la seda.

Sus abuelos tenían un pequeño restaurante cerca donde también vivió sus primeras conexiones con la cocina, algo que no llegó a seducirlo en esos primeros años.

“Mi relación con ellos era muy puntual pues siempre estaban trabajando, hasta en las fiestas, por eso siempre pensé que jamás tendría un negocio de comida, pero bueno, la vida se encarga de ir poniendo desafíos en el camino”, cuenta con un cigarrillo en la mano el emprendedor.

Por otra parte, la familia Nesme tiene una vinculación directa con los autos y las carreras, por eso desde temprana edad Nico supo que quería ser piloto y mecánico. Cuando terminó su educación escolar optó por seguir ligado a las tuercas.

Estudió 5 años considerando una especialización en motores de competencia, trabajó en Citroén y Peugeot y corrió en una modalidad similar al rally, sin embargo, los cambios en el mundo automotriz durante la década pasada dieron a Nicolas mucho que pensar y finalmente dejó los autos. Pronto encontró su verdadera vocación en el mundo de los negocios y estudió business administration y posteriormente cursó un master en comercio exterior. La rúa estaba abierta para acelerar directo hacia nuevos desafíos. El reloj siempre avanza.

Reloj Longines Conquest Quartz Blue
Gentileza Casa Marisio

l’amour

Así, apenas pudo tomó sus maletas y con el afán de aumentar sus conocimientos y estudios comenzó a recorrer el mundo. La primera parada importante fue en Irlanda, donde decidió estudiar inglés, y fue en la tierra de los duendes y las Guinness que su vida comenzaría a dar un giro gracias -¿o por culpa?- del amor.

Un día normal de baile y cervezas se transformó en el día que cambió la vida de este joven estudiante francés que sólo iba a la isla a aprender inglés. Justo en medio de la pista e iluminada por los focos cenitales de manera tal que parecía un ángel caído del cielo apareció una chilena y la chispa fue inmediata.

La joven penquista María Gabriela Suárez, estudiante de la carrera de ingeniería comercial, por esas casualidades de la vida estaba estudiando inglés académico en la cosmopolita Dublín y justo esa noche se le ocurrió ir a bailar al mismo lugar donde estaba Nicolas… Algunos meses después el francés encontró trabajo en Bruselas y la chilena lo siguió enamorada.

Tras algún tiempo en Bélgica, Gabriela debió volver a Chile para completar sus estudios de ingeniería comercial. La relación a distancia fue un verdadero calvario para este enamorado y pocos meses después dejó las cervezas de abadía y los chocolates para llegar a las tierras del mote con huesillos y las humitas.

“Soy una persona muy enamorada de la vida, muy enamorado de las cosas y me defino como una persona muy romántica en general, me enamoro de la gente, me enamoro de lo que hago, me enamoro de los proyectos, soy así como persona y eso se refleja en todo, si estoy enamorado de algo lo hago y en el momento en que ya no estoy enamorado lo dejo de lado, cuando se apaga la chispa no hay más que hacer. No tengo miedo al cambio Creo que por lo mismo mi vida es como en etapas, por proyectos. Estudié distintas cosas para llegar a donde estoy, empecé de mecánico, a pesar de que tenía muy buenas notas en el colegio, estaba enamorado de los motores, las tuercas, el aceite y eso fue lo que decidí, aunque pude haber estudiado medicina o cualquier otra carrera., luego me enamoré del comercio exterior y seguí ese camino, pero después me enamoré Gabriela y no tuve miedo de cambiar por completo mi vida”, dice con emoción y seguridad el cocinero.

En resumen ya han pasado 4 años desde ese primer encuentro en la pista de baile y siguen juntos viviendo nuevas aventuras y enfrentando grandes desafíos… La diferencia ya no están buscando el oro al final del arco iris juntos a esos pequeños seres mitológicos, sino que preparando comida francesa en el centro de Concepción.

Concepción

El amor trajo directo desde Europa a este inquieto francés y el choque cultural no fue nada sencillo de asimilar durante los primeros meses.

Esta fotografía fue realizada en el tradicional bar del Centro Español de Concepción, inaugurado en su actual ubicación en el año 1946. Este mágico lugar transporta a Nicolas a Europa y refleja una parte de la cultura francesa que se expandió por el mundo entero durante los primeras décadas del siglo XX.

“Cuando llegue a Conce la abuela de mi pareja me dio un abrazo tremendo y fue muy muy incómodo, me sentía casi ahogado y muy tenso, en Francia eso no es normal, las relaciones con las familias son bastante frías, igual con los amigos, entonces fue extraño, pero ahora hasta yo tomo la iniciativa de abrazar a la gente y eso es algo que valoro mucho, me cambió mucho, mostrar el aprecio, que la gente es importante para ti, dar cariño, decir las cosas”, cuenta NIcolas y con la cálida compañía de un espresso soltamos la lengua.

“Cuando llegué no sabía ni una palabra de español, absolutamente nada, cero. En el aeropuerto no entendía nada, fue un vuelo eterno, luego llegué a Santiago y cancelaron el vuelo a Concepción y me tuve que subir a un bus y de verdad no entendía nada, estaba absolutamente en otro mundo, pero con el tiempo fui agarrando la onda, me fui a la Alianza Francesa a aprender español, lo contrario a lo que hacen normalmente, pero salió súper bien y ahora hablo como chileno cachai”, dice risueño.

Bonjour à tous

Sobre este achilenamiento también conversamos con Nesme a quien le cuesta de verdad esconder su esencia francesa.

“Soy muy estereotipo francés, muchos me preguntan si soy o juego un personaje pero la verdad es que no, por ejemplo, desde niño mi sueño siempre fue tener una Citroneta y ahora que pude cumplirlo lo hice. Soy muy romántico, me gusta mucho el vino, mucho el queso, vivo de vino, pan y queso. El bigote, también es súper estereotipo francés, pero siempre quise tener bigote pero en el trabajo allá no está muy aceptado para personas jóvenes como uno, entonces ahora acá me lo dejé y ahora es parte de mi marca. La marca es una extensión de mi”, asegura Nicolas.

¿Qué es lo más chileno del franchute? le contra preguntamos – “mis garabatos po weon”, dice sin dudar. “Hablo todo el día con el weon, la wea, el tema es que me mimetizo mucho con el entorno, con la cultura en la que estoy. Aah y me encanta la empanada, soy un fan, y del terremoto también, me encanta”- dice sin antes retomar lo de la pregunta anterior sobre qué es lo más francés del franchute.

“Me gusta ir a tomar café, sentarme con amigos a tomarme un vino y conversar, la visión de la vida romántica, eso es lo más francés que tengo y es algo que en Chile puedo compartir con personas mucho mayores que yo, en general tengo amigo chilenos de más de 40 años… ¿y qué me traería de Francia? bueno a mi familia y una maleta entera de queso. De verdad extraño el queso”, comenta entre risas.

Cuando hacemos el ejercicio a la inversa y le preguntamos que cosas chilenas hacen falta en la France, Nesme asegura que sin duda llevaría las empanadas y el amor que tiene la gente por su familia.

“Allá somos una cultura muy fría, al contrario de lo que se podría pensar, en Francia somos románticos pero sólo con la pareja, yo nunca le he dado un abrazo a mi familia, quizás a mi mamá 2 o 3 veces en la vida y en momentos de total tristeza o crisis, tampoco nunca abracé a un amigo, nada. Las relaciones interpersonales son bastante frías en Francia, al contrario de acá y eso es algo que me encantaría llevarme para siempre ya sea a Francia o a cualquier otra parte donde me toque vivir”, cuenta.

“Otra cosa que me impacta hasta el día de hoy es la perseverancia y resiliencia de los chilenos. Aquí la gente cae, se pone de pie y sigue. Si quiebra su empresa al otro mes ya tiene otra empresa. Yo si El Franchute quiebra no sé si volvería a emprender, no creo que tendría la fuerza de vivir todo ese proceso de nuevo y aquí es algo normal. Aquí la gente se atreve a hacer cosas y eso es sorprendente, no se por qué será, si es por los terremotos, por las crisis sociales, no lo sé, pero es realmente impactante e inspirador”.


La nature

Además de Gabriela y la fuerza interna de los connacionales, otra de las maravillas que ha enamorado a Nicolas de nuestras tierras, en las que sin querer está empezando a echar raíces, es la naturaleza.

Al haber crecido en el campo en varias de sus tantas mudanzas, el respirar el aire puro y escuchar el silencio en medio de su siempre rápido andar es algo que agradece profundamente en tiempos donde todo corre casi tan veloz como él.

“Me gusta la naturaleza porque me reconecta con mi infancia, me brinda paz, me da esa calma necesaria en mi vida tan activa, necesito de gastar energía en otro ambiente, al aire libre. Con mi hermano y mi mamá siempre íbamos a caminar a los bosques, a andar en bicicleta, los fines de semana salíamos de la ciudad hacia los campos, así que siempre he tenido una conexión súper importante con la naturaleza y por eso me gusta tanto Chile, porque es un país salvaje, inmaculado, sin modificar y siempre trato de recalcar a los chilenos que cuiden eso, que valoren la naturaleza, que tomen conciencia, para mí es una aberración, por ejemplo, que las personas dejen botadas sus weas en la playa”, relata nuevamente en perfecto chileno y bastante ofuscado.

“Siento que en Chile la tierra es viva, siento que hay energía, hay volcanes, temblores, y sientes que todo está en movimiento y que la tierra tiene vida y por eso hay que cuidarla”, agrega.

Un día de paseo en el parque Isidora Cousiño, en Lota. Sus amplios jardines de inspiración francesa conectan a Nicolas con su origen y sus recuerdos. El Parque Lota fue diseñado entre los años 1862 y 1872, concebido como un regalo de don Luis Cousiño Squella a su esposa Isidora Goyenechea, quien se encargó del parque hasta su muerte en 1898. Es obra del paisajista británico Bartlet, quien diseña sus jardines según el estilo francés. En 1898 Carlos Cousiño asume su tuición, construye un Palacio, en estilo francés y según diseño del arquitecto Eduardo Ferhmann. El inmueble fue demolido a raíz de los daños estructurales ocasionados por el terremoto de 1960. El parque es uno de los tres parques de estilo francés en Chile y el único ubicado en un borde costero. Por su emplazamiento, es un referente de Lota y desde él se obtiene una perspectiva privilegiada de la costa del Golfo de Arauco, el muelle y las instalaciones mineras. Posee 27 esculturas de fierro fundido de la Fundación Val d’Osne, cuyo procedimiento de fundición, moldeado y aleación es originario de Francia. Posee también una colección de esculturas de cerámicas de la fábrica Lota Green y construcciones de destacados autores entre las que destacan el kiosco chino, el observatorio de plantas, el observatorio meteorológico y el Faro Punta Lutrín, que se observa en estas fotografías.

Le dernier café du matin

Y ya vamos cerrando la conversa con un último café de la mañana. No faltan las risas con este carismático emprendedor, un joven que ha logrado generar impacto en el Gran Concepción con los sabores de su patria y como las promesas se cumplen, pues ahora les contamos un poquito sobre Los Tacos Franceses y la Maison de El Franchute.

Ubicado en pleno centro de Concepción (Anibal Pinto 143), Nicolas, Gabriela y su equipo en poco tiempo se han posicionado como uno revolucionadores de la industria de la comida rápida en el Gran Concepción, cambiando el concepto y dando una nueva y sabrosa alternativa a una escena que parecía algo estancanda. Si la invención de los tacos franceses en el inicio del milenio revolucionó a la casa universal de la alta cocina, el efecto en el Bío Bío 20 años más tarde no es menor.

“Los franceses somos muy mañosos, súper pesados con todo, especialmente con lo que tiene que ver con la comida. Yo no me como una hamburguesas en un local de comida rápida, tanto así que la gran cadena de la M, cuando mejor funciona es los domingos para los que están con caña y porque todo lo demás está cerrado. El domingo es día de familia en gran parte de Francia, se cocina en familia, en casa. Lo cierto es que la comida rápida nunca pegó mucho en Francia, hasta que aparecieron los french tacos, porque es algo muy práctico, contundente, con ingredientes de excelencia y una buena relación precio calidad. Yo como eso desde que soy niño. Llegué a Conce y vi que la comida la oferta era muy pobre, siempre pizza, sushi, hamburguesa, sándwich, hasta que me aburrí y preparé tacos en casa y luego para los amigos y luego para todos y ha sido un camino muy lindo”, recuerda Nico.

Sin embargo para Nicolas los tiempos vuelan y las cosas siempre cambian.

“No me veo haciendo lo mismo por mucho tiempo, me gustan los cambios, los desafíos y por eso vivo el presente, el día a día. Con el tiempo me aburro, si me dices que haga lo mismo, en el mismo local, durante diez años, te diría muchas gracias por todo, hasta aquí llegamos, no es mi vida. Osea, me veo en un par de años más en otra ciudad en Chile, abriendo nuevos locales, quizás creciendo con la misma marca, pero tomando nuevos desafíos, quizás hasta abrir el primer local de tacos franceses en Isla de Pascua o en Punta Arenas, desafíos tremendos”, apunta muy seguro.

“De un día para otro mi papá decidió vender el departamento que teníamos en pleno de Lyon porque estaba ahogado y nos fuimos a vivir a la chucha – dice en perfecto chileno- de verdad que a la punta del cerro, donde no hay conexión ni de celular, en la región vitivinícola, a como una hora de Lyon, como si se fueran algún pueblito perdido del valle del Itata acá. Yo creo ser de la misma idea, si me da la tontera, me paro y sigo a lo siguiente”, añade.

Pero a pesar de los planes en su cabeza, Concepción parece querer amarrarlo por un buen tiempo, porque hace algunos meses abrió La Maison del Franchute, un proyecto hermoso, donde se puede disfrutar de gastronomía francesa de estilo casero y llena de sabor.

“Surgió como un desafío personal, en mi vida siempre me desafío como persona, tratando de superarme, siempre quiero más y sé que puedo hacer más. Sentíamos con mi pareja que podíamos ir más allá y muchas personas me pedían que abriéramos un restaurant francés donde se pudiera comer platos típicos y empezó a meterse esa idea en mi cabeza, aunque siempre dije que no quería nunca tener un restaurant. Pero le di la posibilidad, visitamos el local en Lincoyán, que estaba hecho bolsa, inundado, sin cañerías, sin cables eléctricos, completamente destruido y vacío, pero al entrar tuvimos una sensación tan especial que supimos que era el lugar y nos enamoramos del proyecto porque queríamos ofrecer la experiencia del arte del vivir francés y un lugar para tomar unos tragos o una copa de vino y conversar, un bistró de estilo francés, sin música estridente y sin la intención de tomar hasta curarse, en el fondo también era algo para nosotros, porque no encontrábamos en Concepción un lugar así y queríamos compartirlo al mismo tiempo”, explica el emprendedor.

Faro Lutrón, Parque Lota.

“En Francia todos cocinan, en Chile todos piden comida en delivery, en Francia salimos mucho a comer afuera, a tomar el café de la mañana, de las 6 a las 8 de la mañana los café están llenos, sin ni una mesa disponible porque todos se juntan a conversar antes de comenzar la jornada de trabajo. El estándar de la gastronomía francesa es alto y en el colegio tienes clases de cocina, te enseñan a leer, a escribir, a sumar y a cocinar. Mi mamá y mi abuelo me enseñaron también, me transmitieron la pasión por la buena mesa, por el buen comer, la buena gastronomía, no alta cocina, pero cosas ricas, bien hechas y eso es lo que quiero reflejar en La Maison”, señala para concluir tomando el último sorbo de café.

Que nos depara el futuro es un misterio, para Nicolas una aventura a la que está dispuesto a lanzarse, pero por ahora disfruta del éxito que ha alcanzado con sus emprendimientos y especialmente del amor y el cariño que se ha ganado en Concepción.

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