La llegada de la vid a Chile es parte de un manifiesto que suma 500 años, donde la primera variedad de vino de la historia chilena fue traída con mucho esfuerzo por hombres que lograron cruzar ríos y montañas. Sin dudas, se trataba de una cepa especial, que en Chile conocemos como país.

Uno de los capítulos más apasionantes en los más de 40 años de trayectoria de Miguel Torres Chile, es el redescubrimiento de variedades relegadas al olvido y viñedos ancestrales, los que han dado lugar a vinos únicos. Así, la recuperación de la uva país, es una de las más grandes contribuciones que la bodega familiar ha hecho a la viticultura chilena.

En 2010, la reconocida viña emplazada en el corazón del Valle de Curicó, lanzó al mercado nacional la cosecha 2010 del primer espumante elaborado en Chile con la variedad país, llamándolo Estelado. Iniciativa que tuvo su origen a fines del 2007, enfocada en mejorar las condiciones de pequeños productores de uva del secano interior de las regiones del Maule y Biobío.
La país, era cultivada con humildad, esfuerzo y dedicación por una gran mayoría de viticultores que traspasaban sus tierras de padres a hijos por varias generaciones. Hasta que, en 1850, las primeras cepas francesas fueron introducidas en Chile, dejando a esta uva olvidada en el tiempo con un futuro incierto. Así, del rescate de la variedad más antigua de Chile, nace Estelado Rosé, como una recompensa para el campo y su gente.

La puesta en valor

El 5 de noviembre de 2009 surge la Sociedad Viñedos Esperanza de la Costa, reuniendo a 18 pequeños productores de uva de comunas pertenecientes a la provincia de Curicó: Sagrada Familia y Hualañé, y también en Curepto, en la provincia de Talca. Cada uno contaba en promedio, con una o una hectárea y media de viñedos, trabajando con diferentes variedades, donde un 60% era de país.


En 2010 conocen a Miguel Torres Chile, y gracias al trabajo de rescate de la cepa, deciden elaborar en conjunto el primer espumante hecho de esa variedad, Estelado Rosé, dando a los pequeños productores la oportunidad de ingresar al mercado, gracias a un excelente precio por sus uvas. Todos recibieron diversas herramientas derivadas de la alianza productiva entre Miguel Torres Chile, INDAP y los mismos agricultores.

Desde enero de 2020 se transforman en Cooperativa Esperanza de la Costa, contando con la participación de 11 miembros, manteniendo la valiosa experiencia de ya haber trabajado juntos. “En esa época ellos llegaron con un precio fabuloso para la uva país, eso hizo que nosotros recuperáramos nuestros viñedos, los que estaban casi en la ruina. Esta alianza ha sido maravillosa, pues nos dio muchos beneficios: postular a proyectos para tener nuestras bodegas, maquinarias para el manejo de los cultivos,

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