Cuando la artista visual Verónica Goldschmidt tomó casi por casualidad un curso de pintura en Batik con la destacada especialista penquista Katia Wilkomirsky, jamás pensó que cambiaría su vida para siempre.

Desde su primer acercamiento con las anilinas y la cera de abeja se enamoró y 16 años después se ha consagrado como una de las principales exponentes de esta técnica en la región de Bío Bío sin siquiera haberlo pensado.

“Siempre fui buena para las manualidades, toda mi vida, pero nunca le puse mayor intención o interés. Llegué al Batik porque hice un curso, todas mis amigas se inscribieron en unas clases de esta técnica y yo no tenía idea lo que era, pero fui por acompañarlas y desde la primera clase me encantó, lo encontré muy entretenido, fácil de pintar, me gustaron los colores que se lograban y nunca más lo dejé. Eso fue hace 16 años”, recuerda con brillo en los ojos la artista que nos recibe cálidamente en su nuevo taller ubicado en el sector de camino a Santa Juana.

Verónica trabajó durante años en el área comercial y nunca había estado relacionada al arte, salvo en el colegio donde destacaba en las clases de arte y manualidades, por lo que luego de terminar el curso con Katia decidió continuar profundizando en esta técnica que la enamoró y estuvo dos años en clases con la también destacadísima Angélica Balocchi en “La Casita”.

Poco tiempo después su aventura se hizo una mucho más grande y compleja.

“En un momento pintaba mucho, regalaba a mis amigos, a la familia, pero en un punto mi casa ya parecía museo, así que pensé en vender mi arte y ahí fue que me sorprendí, me sorprendió la buena recepción que tuvieron mis cuadros y ahí me agarró la máquina y no paré más”.

La pandemia fue otro punto de inflección en su carrera artística.

“En general me mandaban a hacer muchos cuadros con distintos motivos y diversos tamaños y así empecé a vender, vender y vender. En la pandemia fue un trabajo ya profesional, pintaba de lunes a sábado, todo el día, siete u ocho obras a la semana. Fue muy bonito, no he parado de hacer trabajos por encargo”, dice feliz Verónica.

INSPIRACIONES

Entre las múltiples obras que presenta la artista podemos encontrar una colección de rostros de niños étnicos, pueblitos naíf, mascotas y familias, entre otros. Según Verónica el estilo y las inspiraciones van cambiando con el pasar de los años.

“He ido mejorando mis habilidades y métodos de creación de a poco, es un camino de 16 años y vas avanzando sin darte cuenta, evolucionando en la técnica de dibujo, en la utilización de las anilinas, etc. También vas cambiando de temas, de inspiración, un tiempo hice muchos pueblitos naíf, en otro momento pinté una colección de niños étnicos, después autitos antiguos, distintas cosas. La técnica me permite pintar lo que yo quiera y eso es mágico, es por eso y otras cosas que estoy enamorada de este arte”.

Verónica comenzó su camino por la Rúa del Batik al mismo tiempo en que se transformaba en madre de sus dos hijos, ahora adolescentes, ellos fueron el impulso y el apoyo necesario y hasta el día de hoy la siguen en sus locuras como transformar su living en un taller para hacer clases.

“Mi vida cambió después del batik, me alegró, me sorprendió, partió como un hobbie y hoy puedo decir que me siento realizada, que he descubierto el potencial que tenía y eso me emociona. Este arte me sorprendió mucho, ha sido una etapa muy hermosa de autodescubrimiento. Nunca había dimensionado todo lo que he logrado desde que comencé este camino, tantas obras, más de 500, tantos recuerdos hermosos, mucha alegría mucho más allá de lo económico, a mí el batik me llena el alma, me encanta y al mismo tiempo me ha permitido enseñar, que también es algo que me alegra”, resume emocionada Verónica.

La vocación de profesora partió a raíz de su madre, quien le pidió que le enseñara la técnica a algunas de sus amigas y al ver que le gustó comenzó a realizar más y más clases, a promocionarlas y sumar nuevos alumnas y alumnos, algo que ahora post pandemia retomará.

“Insisto que el batik no me deja de sorprender, es increíble la buena llegada que tiene y mucha gente quiere educarse y lo cierto es que es una técnica súper amigable y que prácticamente cualquiera pueda aprender. Por eso ahora voy a retomar las clases de manera más profesional, con lecciones diarias en horarios de mañana y tarde, para tener muchos alumnos y fomentar el arte y la cultura en la zona”.

Las clases de Verónica tienen un valor de 80 mil pesos mensuales, y consisten en una clase semanal de 2 horas y media pedagógicas en la que se entregan todos los materiales salvo la tela que debe llevar cada alumno.

Ya desde la primera clase se aplica la técnica, pero se inicia con cosas simples para que el estudiante pueda ir integrando el paso a paso. De acuerdo a la especialista “la técnica es fácil de aprender, muy amigable, pero el paso a paso cuesta un poco retenerlo”.

Las actividades comienzan en marzo de 2023 con cupos de 6 personas por clase.

“Las clases de la mañana son de 09:30 a 12:00 y en la tarde de 18:30 a 21:00 para que los que trabajan puedan organizarse y venir. Puede participar cualquier persona desde los 15 años y si alguien quiere venir a conocer y sólo probar puede tomar una sola clase con un valor de 25 mil pesos. Los alumnos van a ir avanzado sí o sí. Pueden traer trabajos calcados, cosas que vieron en Instagram o Pinterest y trabajar sobre eso, quienes se atrevan seguro se van a enamorar de este arte, porque es realmente mágico y a mí me cambió la vida”, cierra Verónica Goldschmidt una verdadera referente del arte en Batik en nuestra región.

RÚA CULTURAL

¿Qué es el batik?

El Batik es una técnica de teñido por reserva y probablemente, el método más antiguo de decoración de telas. Su origen es poco claro. Aunque hay algunos indicios de su creación en zonas de India y China en el siglo VI, su masificación se dio en la Isla de Java, Indonesia entre los siglos XII y XIII.

Ya para 2009 la técnica indonesia entró en lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad de la UNESCO.

Aunque este arte se utiliza original y mayormente en la confección de vestuario, durante muchos años esta técnica ha sido escogida por artistas visuales para crear cuadros y representaciones. En esta área la técnica consiste en seleccionar las áreas del diseño que se desea permanezcan de cierto color mediante la aplicación de cera de abeja con instrumentos únicos como el canting.

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