Como todos los años se espera celebrar a lo grande el 18 de septiembre en todo el territorio nacional,
esto implica la suspensión de las actividades académicas para dar lugar a las llamadas “vacaciones de
fiestas patrias”. Se ha hecho costumbre que la tercera semana de septiembre todo se vuelca a la
celebración nacional, pero, en épocas en que los niños han perdido clases reiteradamente durante los
últimos dos años, ¿Qué tan perjudicial puede ser?


Es importante recordar que desde octubre de 2019 el tema de las clases, sobre todo para los más
pequeños, ha sido un dolor de cabeza. En primera instancia debido al estallido social que trajo la
suspensión de clases por dos meses en la mayoría de los colegios, y luego por la llegada de la pandemia
del Covid-19 al país lo que obligó a cerrar los establecimientos y volcar la educación a un formato virtual.

Estas mini vacaciones durante septiembre traerán principalmente una perdida en el ritmo del
aprendizaje, al que los niños y niñas se están volviendo adaptar poco a poco tras la vuelta de vacaciones
de invierno. Micaelina Rojas es educadora de párvulos y nos comenta como esto afecta a los niños de
pre-básica, “el ritmo lo pierden principalmente los apoderados, de tener esa responsabilidad de
conectarlos diariamente. El niño está claramente a merced del adulto que lo está acompañado”.

Además, la profesional admite que, “claramente cuando hay un receso de unos días, un fin de semana
largo, a todos nos cuesta tomar el ritmo y es obvio que a los niños también”. Rojas también admite que
el constante cese en las actividades académicas y el paso a la virtualidad ha aumentado la brecha
existente entre la educación municipal y particular, por lo que este tipo de cierre en las actividades por
unos días, perjudicaría más a unos que a otros.

Debido a las consecuencias que ha traído el confinamiento en términos académicos, desde el Ministerio
de Educación se ha determinado trabajar con objetivos priorizados, esto se refiere a que de todos los
contenidos que se deben enseñar en un año regular, se está trabajando solo aquellos que son
netamente importantes para que los estudiantes sigan su proceso educativo. De este modo, el proceso
de aprendizaje se da de forma más lenta, por lo que cualquier pausa puede ser perjudicial.

Referente a esto el profesor del colegio Thompson Matthews de Lota, Gabriel Díaz, es contundente al
afirmar que, “podemos decir, ´pero si son un par de días nomas´, pero cinco días en educación es
muchísimo”. En otro ámbito, lo que también preocupa son el reciente comienzo de las actividades
presenciales en los colegios, ya que los niños, además de cortar esta rutina que recién están adquiriendo
nuevamente podrían contraer el virus en estos días de relajo.

“Esta semana de vacaciones va a generar que los estudiantes y las familias tengan más libertades para
salir, para poder compartir, para poder reunirse y no queremos que llegue la posibilidad de que haya
algún contagio, porque eso claramente afectaría mucho la participación de clases presenciales de los
estudiantes”, así el profesor Díaz manifiesta su preocupación frente a los posibles escenarios que
podrían traer consigo las celebraciones.

Si bien, las irrupciones en el calendario escolar son principalmente perjudiciales en ámbitos académicos,
no se puede dejar a un lado los beneficios que esto podría tener para la salud mental tanto de alumnos,como profesores y familiares. Sobre todo, en el último periodo el estrés e incertidumbre han estado
presente en la mayoría de los estudiantes, lo que ha afectado de forma negativa su rendimiento escolar
y desarrollo social.

En este sentido Díaz indica que, “es necesario en ocasiones hacer estas semanas de receso, decir, ´es
una semana, pero perdamos una semana de clase por un bien psicológico que también es importante’,
no sacamos nada con estar con los alumnos siempre conectados”, concluyó.

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